Menuda Coincidencia - Los Nimbostratos lyrics
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¿Dístete ya cuenta de lo que a visitarnos viene?
Lo húmedo y grisáceo que se condensa en moho.
Corazón bobalicón a su dueño se atiene;
como la nostalgia siempre gana, chaquetero, yo la loo.
Y podrías mirarme feo. Y podría valerme verga;
pero aquí juzgar algo vale lo que un voto nulo:
de nada sirve y, en cambio, legitima la monserga
que orquestal minicasitas hace de nuestro culo.
Y la alegre tonadita nunca sale de las chompas.
La traemos y, a cada rato, felices, la tarareamos:
«Cuida el ritmo, no lo rompas, te lo pido como compas;
no querrías sentir en carne propia cómo nos las gastamos.»
Perdón si te/los/me confundo
con mis mosaicos sonoros de frases yuxtapuestas.
La culpa la tiene este talante errabundo
que, de encontrarme por la calle, me diría: «Vatillo, apestas.»
Pero hoy, mi autoestima desayunó payaso
y con carcaj de carcajadas a este boom-bap se dio cita.
Este es el momento en que medio lleno el vaso:
la profesionalidad aquí es: varo, cheves y morrita.
¿Y lo demás? Espera... ¿acaso hay algo más?
¡Sí! falta que se avienten «El mariachi loco» los mariachis.
«Ah, ¿eso qué?», muy probablemente pensarás.
Sí: el folklore adocenado suscita caras de «achis, achis».
(Porque siempre: si no es una cosa, es la otra:
Apúrate en caso de que seas tú el que se empotra.
Que al fin y al cabo, 'tamos aquí pa' batallar;
pa'l que se para el cuello tenga algo de que hablar.)
(Porque siempre: si no es una cosa, es la otra:
Apúrate en caso de que seas tú el que se empotra.
Que al fin y al cabo, 'tamos aquí pa' batallar;
pa'l que se para el cuello tenga algo de que hablar.)
II
Dispensa distinguido escucha lo floripondio
del lenguaje con que vengo y articulo mi galimatías.
Comprenderás que mi «ranchito» fuerte razón dio
pa' que fuera irresistible el desearle buenos días.
Porque «sus» son «mis», y «mis» son tus
orejas reportándose; que todavía las pueden.
Y eso, no sé tú, pero, pa' mí, es una luz
que me hace creer que por mí uno o más santitos interceden.
Vamos con la mochila abierta y nadie nos decimos nada;
confiamos siempre en que alguien más acudirá a la postre.
Esto es lo bonito de esta realidad molcajeteada…
Se sigue esperando a que Dios venga y los trastes desencostre.
Por lo pronto, apilémoslos en islas; lejos de la tierra.
Lejos de imperativos sociales que marcan la indolora pauta.
Lejos del dilema existencial de si es o no una perra…
O sea, la vida. O sea, ¿le damos o no a la incauta?
La escala en este «mientras» indefinidamente se prolonga;
nos acostumbramos ya a ponerle casa a lo menos peor.
Motivo por el cual este simple mortal rezonga,
aunque en fondo reconoce que es inútil su labor.
Así que lo único que espero y con fe categórica
es que nos toque presenciar tanto a agudos como a romos
cómo se precipita esta inmensa nube de retórica
y nos inunda y hace tabla rasa de todo lo que somos.